Tenemos el derecho a sufrir,
que nos ha sido otrogado por dios padre.
Hablar en primera persona
magnifica la pena y la
angustia.
Cuando la subordinación se transforma en aplastamiento.
Nuestros ojos son del tamaño de nuestros cerebros y
nuestros corazones son de un tono
azul prusia.
Cierto,
sólo tenemos un cerebro
y sólo también, un corazón.
No volveré a escribir...
Hace 12 años.
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