Vivimos prácticamente solos en nuestro país vasco, hablamos nuestro idioma y respiramos nuestro sacro aire. Nuestros ataudes somos nosotros mismos y nuestras lágrimas son del mismo olor. Miramos el mismo morado con amarillo y el mismo verde de atrás, el perro indisciplinado juega con nosotros aunque nosotros no queremos jugar con él y dejamos que los genios estén donde deben estar los genios.
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