Hoy te asesiné otra vez.
La existencia puede hacerse a veces tan pesada y lenta, tres semanas pueden parecer cuatro o hasta cinco. Los segundos se van potenciando y así, un segundo vale dos, vale cuatro, vale ocho, vale dieciséis... mientras yo peleo con el álgebra y la geometría analítica.
Y la angustia invade mi sueño, ya no estoy libre incluso dormido, me persigue mi propia pesadez y es por mi liviandad que no hago otra cosa que lamentarme.
Digamos que ya me falta poco, no puedo imaginarme mis primeras tres semanas, mis primeros tres minutos.
Hoy vi tus pisadas con sangre y orines.
Repentinamente me ha llegado una nube de sueño, como si viniese lentamente y me tocara con el índice diciéndome "¿nos vamos?" -vámonos.
Y es blanca, muy blanca y fría y muy fría, helada, casi caliente.
No volveré a escribir...
Hace 12 años.