martes, 25 de noviembre de 2008

Siempre hay mucho sol

Hoy escuche a Diana, estaba detrás de mí, en el mismo carro. Había mucho sol y ya era tarde. No volteé, no quería voltear, sólo quería escuchar su voz, aguda, como la dejé.
Llegué a mi casa y me masturbé pensando en ella, en su voz, en su voz contra la mía y en el sol del carro.
Necesitaba un trago, menos mal que mi viejo siempre deja sus cervezas en la refrigeradora, la sentí en mi garganta y me la tragué, como a Diana, todo como a Diana, violentamente, como a Diana.
Salí a buscarla, a gritar su nombre y a perseguirla imaginariamente, ya no está. Me acuerdo cuando se robó mi juguete y yo le pedí mucho a cambio, ella decía "pero si es sólo un carrito" y yo la miraba con odio y, hasta ahora, pienso en todas esas tardes que me hizo mierda y yo a ella.
Aún pienso en sus piernas, muy cerca de las mías y de ese espacio que hubo entre nosotros, que llegó a no existir y a convertirse en saliva.
Regresé con lo de siempre, sudor y la cremallera abierta, con ganas de quedarme afuera buscándola y verla y puñetearla y besarla y tragarme un poco de su sangre y que ella trague la mía y se atragante y pida perdón y que me bese, sólo eso.
Después de eso me tiré en la cama, prendí el televisor por inercia más que por necesidad y vi en las noticias que una bebé había nacido con 2 cabezas, me molesté tanto, tenía envidia de su suerte, yo ahora quisiera dos cabezas, la mía y la de Diana, ahora quisiera eso, ahora lo necesito pero me gustaría saber si era ella la de la voz aguda.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

prendi el televisor poor inercia..me recuerda a algo..que sera? ajja

David Roquentin dijo...

eres mi influencia pe conchatumare jajajaja