viernes, 21 de noviembre de 2008

Ese rosado con puntos

Si hay algo que valoro de mi fisonomía es mi cabello. No porque sea un bonito cabello, sino porque en él puedo plasmar el amor-odio que siento hacia mi cuerpo.
En los últimos 16 años me caractericé por no ponerle un orden definido a mi pelo, algo que arrancó más de una llamada de atención de cualquier persona mayor de 30 años.
Pero bueno, hoy ha ocurrido algo que nunca imaginé pasaría, no sé si estaba triste, sentado en esa silla que 10 años atrás había visto mis primeros mechones, y el mismo hombre bigotón que me regalaba un chupetín después de una buena sesión de tijera-pelo.
Saco esa maquina que aún me busca en las pesadillas y empezo a pasarla por mi cabeza, sentía como se lo iba devorando y yo sin poder hacer nada, en realidad estaba feliz (¡ingresé carajo!) pero el precio es alto y así es.
Ahora ya sin pelo, sólo puedo decir que es fresco y que por fin soy imparcial, conozco lo bueno, conozco lo malo, conozco mi pelo, conozco lo calvo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lavate la cabeza !!!!! todavia se nota el simbolito! jajaja