Detestable luz que entra,
sugiere poder
sobre mi nefasto cuello,
sobre mi sudada cara
He aquí los días,
mi preciosa mantis religiosa.
Los días en los que
agitarás tus tenazas
y me dirás por fin
cuál mi nombre
es.
La melodía es la misma,
no ha surgido otra
desde hace ya unos meses.
Y no me aburro.
No volveré a escribir...
Hace 12 años.
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