domingo, 1 de febrero de 2009

De por qué las mantis no son religiosas

Qué culpa tiene,
si acaso los cielos se opacaran,
si acaso el sabor a fresa
hoy se volviese
sabor a tierra.
Tierra del camino que se recorre.
Qué culpa tiene ella,
de ver como los residuos caen en su manantial.
Litros y litros de petróleo negro
sobre sus cristalinas aguas moradas.
De sentir como no puede sentirse
a salvo en un campo de algodones.
Qué culpa tiene él
de no saberse vencido
y de morir de la forma más sublime,
de la forma envidiada por todos,
de la forma anhelada por su Julieta,
de la forma que los vivos llaman agonía
y los muertos llaman ayer.

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