miércoles, 31 de diciembre de 2008

2008

Faltan 47 minutos y se acaba
Y yo no quiero que se acabe

martes, 30 de diciembre de 2008

Ayer o quizás hoy

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me lo había preguntado en el día y no había encontrado ninguna respuesta. Busqué debajo de todas las piedras que vi, en todas y cada una de ellas, incluso las que me acompañaban (la magia puede estar en cualquier lado) y no lograba dar con ella.

El sol ya calentaba y yo tenía mucho frío y ante mis ojos la danza del azul, rojo y verde que no me dejaba en paz porque no me dejaba ver el mar que quería ver, el mar de la Maga.

Me sentía en el tiempo-espacio indicado, olía a día mágico, pero no se veían las estrellitas que la rodean.

Por un lado escuché aplausos y vi cabezas con mucho pelo por cortar, me sentía muy solo en mi baldosa con mi libro azul en la mano y con los árboles mirándome y riéndose de vez en cuando.

Hasta que, de pronto, mi mirada encontró una respuesta, era la Maga, sin duda , era la Maga, tenía que seguirla, me había hecho una invitación, la seguí mientras miraba su pelo cayendo sobre su baja espalda morada y sus piernas marrones, oh la Maga, por fin, pero, pero, pero... ¿Dónde estaban las estrellas?, esa no era la Maga, ¿Dónde está el viento mágico?, no es, no es la maga. Oh dios mío no reconocí a la maga, pero esperen, ¡está ahí! oh, genial, Maga, Maga, pero, pero, no puede ser, no eres tú otra vez, estoy perdiendo mi talento, ¿y ahora qué?, ya es tarde y la Maga hoy no va a venir y sigo caminando y cada vez el nido está más vacío y las raíces de los árboles están más dispersas, la Maga no va a venir hoy.
Me subo al micro rendido y veo por la ventana, todavía puede aparecer, en cualquier momento aparecerá, convertida en otra mujer quizás, pero aparecerá.
Y así, seguí mirando por la ventana, todas me hacían recordar a la Maga, todas tenían algo de ella, o algo que yo esperaba tuviesen, porque la maga es lo que yo espero.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Ganas de un delfín

Hoy tenía ganas de matar un delfín, muchas ganas, así que salí rápidamente de mi casa y fui a buscar uno.

En el camino, pasando la calle de los algarrobos gigantes me encontré una hamburguesa que venía directamente hacia mi boca, era de las grasientas, las que llevan mucho ketchup y mayonesa así que le escupí (siempre me han gustado las salchichas), por mi cabeza pasaron las polillas que siempre vienen a fastidiar, maté siete de un puñetazo, estaba muy contento, quería matar a un delfín.

Llegué al lago de los delfines morados, escogí al más contento y me acerqué, mis zapatos se mojaron y mi pantalón también pero matar a un delfín siempre es algo que me llena de placer y, generalmente olvido lo que sucede alrededor.

Me puse a su lado y lo cogí de sorpresa, el imbécil no se dio cuenta y eso hizo más fácil poder agarrarlo, lo tenía entre mis brazos por fin.

El cetáceo de mierda no se dejaba matar, gritaba como un malparido, me decía "¿qué carajos quieres? loco de mierda" y yo sólo me enfocaba en su cuello. Como era muy resbaloso y escurridizo decidí que tenía que golpearlo fuertemente, le di un buen rodillazo en la jeta y luego una patada en la parte donde quedarían los testículos si fuese humano.

El delfín me gritaba injurias que yo aún no conocía mientras lo tenía sujetado por el cuello y eso me daba más ganas de golpearlo y de matarlo, pero era fuerte.

-No serás el primer delfín que mate- Le dije

-¿Acaso me vas a matar, imbécil?-Respondió

-Esa es la idea

-Este lago se secará muchas veces antes de que tú me mates, estúpido humano-me dijo

-No me vengas con mariconadas, tú sabes que soy más fuerte que tú.

Sin que yo me diera cuenta todos los delfines del lago se me habían acercado, los idiotas habían hecho una ronda a mi alrededor y hablaban en su idioma y en el mío, tenían la mirada de la sangre, la que se da antes de un poco de sexo violento, pensé que sería mi fin pero me acordé, oh gracias a dios que me acordé de la navaja que traía en mis pantalones.

Saqué la navaja y fui destrozando uno por uno a los delfines que se iban acercando, unos cuantos me golpearon las bolas, pero un dolor así no se compara con el hecho de matar delfines, yo venía por uno, me llevé a siete de un navajazo. Qué feliz soy.

Seguía matando a más delfines hasta que me encontré con el que había empezado, estaba muy molesto, juro por Dios que le quería partir la cara pero, ya estaba muy cansado y mojado, me había empezado a hacer frío, el hijo de puta me miró y me dijo "ahora pues cabrón, somos tú y yo, haz matado a mis hermanos, ¿viniste por mí? acá me tienes". Pero yo ya no quería pelear, estaba muy cansado y mojado, y el delfín me había empezado a caer bien así que salí corriendo del lago, mientras el delfín chapoteaba y se daba cuenta que le había dejado de regalo un golpe mortal en la barriga, agonizaba.

Estaba a punto de llegar a mi casa cuando de nuevo vinieron las polillas, esta vez si estaba débil así que no pude matar a ninguna, ellas se aprovecharon de esto y me golpearon.

Llegué a mi casa muy cansado y le dije a mi mamá "Mami, por favor sírveme un poco de helado de fresa, estoy muy cansado" y subí a mi cuarto, mi madre gritó "Está bien hijito".


Estaba mirando televisión riéndome de lo estúpido que se veía el mundo a través de la pantalla cuando mi mami subió con el helado de fresa
-Aquí tienes mi amor- me dijo
-Gracias mami- le dije
-¿Más tarde quieres acompañarme al banco? tengo que hacer unos movimientos.

-No gracias mami, estoy muy cansado, hoy he matado muchos delfines

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Feliz Navidad

El pavo no es rico, el pavo no es rico, el pavo no es rico, el pavo no es rico.

domingo, 21 de diciembre de 2008

a Andrea

Hoy me despierto y el rosado está vacío. Y pensar que sólo nos separan ocho tiempos, y quizás ocho países y quizás ocho años.
Quién lo diría, la pequeña ya viaja y se va sola y ahora es ella y el mundo, ella y su puño contra nuestras mejillas húmedas.
Buen viaje.

martes, 16 de diciembre de 2008

Capítulo 68

Apenas él le amalaba el noema, a ella se le agolpaba el clémiso y caían en hidromurias, en salvajes ambonios, en sustalos exasperantes. Cada vez que él procuraba relamar las incopelusas, se enredaba en un grimado quejumbroso y tenía que envulsionarse de cara al nóvalo, sintiendo cómo poco a poco las arnillas se espejunaban, se iban apeltronando, reduplimiendo, hasta quedar tendido como el trimalciato de ergomanina al que se le han dejado caer unas fílulas de cariaconcia. Y sin embargo era apenas el principio, porque en un momento dado ella se tordulaba los hurgalios, consintiendo en que él aproximara suavemente su orfelunios. Apenas se entreplumaban, algo como un ulucordio los encrestoriaba, los extrayuxtaba y paramovía, de pronto era el clinón, las esterfurosa convulcante de las mátricas, la jadehollante embocapluvia del orgumio, los esproemios del merpasmo en una sobrehumítica agopausa. ¡Evohé! ¡Evohé! Volposados en la cresta del murelio, se sentía balparamar, perlinos y márulos. Temblaba el troc, se vencían las marioplumas, y todo se resolviraba en un profundo pínice, en niolamas de argutendidas gasas, en carinias casi crueles que los ordopenaban hasta el límite de las gunfias.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Un día antes

Mañana se casa mi hija. En la iglesia donde también yo me casé, no entiendo hasta ahora por qué piensa que eso podría emocionarme, ni siquiera mi boda logró emocionarme, por qué habría de emocionarme la boda de otras dos personas que no son yo.
Me pregunto cuántas veces se la habrá tirado ese cabrón. Empiezo a verlo con buenos ojos, pero ese sentimiento no puede irse, desde la primera vez hasta hoy.

Mañana seguro habrá mucho trago y música, pero yo no tengo ganas de celebrar, si no fuese porque soy el padre y tengo que llevarla y entregársela a ese hijo de puta, no iría. Su madre también irá.
Siempre quise un hijo para poder hablarle de las cosas que a mí me gustaba hablar, pero qué podía hacer yo con una mujer. Me acostumbré a llegar tarde, nunca quise jugar con las muñecas ni recibir esas mariconadas que me dibujaba que me hacían sentir tan poco hombre, nunca quise ser una niñera y se lo dije bien a su madre, creo que nunca me llegó a comprender, pero bueno, en fin, ya está muerta.

Ayer Rocío me dijo que vaya a comprarme un terno para la boda, tenía que estar hecho un dandy. Y bueno, fui a la tienda de ropa para hombres y no encontré nada que me gustara así que decidí ir a tomarme unos tragos, en el camino seguro encontraría a alguien.

Salí rápido de la tienda de ropa para hombres, asqueado de tanto color maricón y subí a mi F-1, que ya apesta a óxido y a lo que me imagino que apestan todos los F-1, lo encendí y nos fuimos a buscar un poco de vodka y cigarros para el camino. Estaba ya a unas dos cuadras de la licorería de Javier cuando de pronto un perro cabrón se me cruzó en el camino y prssshhhhh lo destripé.

Cuando pasaba vi como un niño se le acercaba llorando, lo único que atiné a hacer fue sacar mi cabeza por la ventana (algo que me costó mucho, porque este F-1 es realmente una mierda) y gritarle "Si le hubieras enseñado a cruzar la calle, ese hijo de puta no estaría mostrándote las tripas". El niño seguía llorando y creo que no me escuchó, no me importaba.

Llegué a la tienda de Javier y le pedí el vodka y los cigarros, le dije que me lo cargase a mi cuenta, eso fue todo en la licorería. Salí y decidí ir por un poco de diversión, así que esta vez quería a una buena Jahairita en mis piernas pero, hermanos míos, ya no soy un muchacho de veinte años que se divierte así, por lo que decidí ir a beber el vodka con mi viejo amigo Miguel, al cual no veía desde ya hace varios años.

Miguel vivía a unas cuadras de la licorería de Javier, por lo que el camino fue rápido y ningún otro perrito del demonio me lo arruinó, llegué y toqué la puerta, le di un trago a mi botella y me contestó una vieja con voz de licuadora, le pregunté si estaba Miguel y me dijo que Miguel había muerto hace unos cuatro días por un paro cardiaco. Me di cuenta que hacía mucho tiempo que no lo veía, bueno, en fin, a la mierda, estar muerto debe ser mejor que ir a chupar conmigo.

Decidí ir a terminar mi vodka a una taberna, la más cercana que conocía estaba a diez minutos de ahí y, bueno, no podía esperar más, en el camino le di como dos o tres tragos a esa mierda, no quería que se me acabase. Llegué al bar y le pedí a la camarera una cerveza, no quería llegar como un puto y tomar mi bebida, la camarera me miró raro y se fue a cumplir la orden, cuando se volteó vi que tenía un bonito culo y se lo toqué para darle un poco más de confianza y que no me vea tan raro. Creo que no me entendió porque retrocedió y me metió una cachetada de los mil demonios que me dejó la cara toda roja.
En el fondo oí a un muchacho muy valiente que me gritó "Viejo asqueroso", yo no lo hice caso pero le di una mirada-puñete, de esas que asustan bastante.
La camarera volvió con mi cerveza y bueno, la guardé, no me interesaba, y lo demás es historia, empecé a beber como un condenado, no importaba por qué simplemente lo hacía para sentirme bien y para ver si pasaba algo con la camarera, me había dejado un poco movido. Seguí tomando.
Veía a todos los cabrones que habían decidido tomarse un trago a esa hora como yo, me daba asco verlos riéndose, y gritando sintiéndose dueños del lugar, eruptando buuurp con sus grandes dientes y narices rojas, y sentirme parte de todo eso me daba más asco, pero qué podía hacer, seguía dándole grandes sorbos a mi botella y no sentía su peso que cada vez se iba haciendo más liviano.
Cada vez la falda de la camarera se iba haciendo más pequeña y mi pantalón más estrecho, sentía que iba a estallar, pero al fondo, al fondo un cabrón, un hijo de puta de unos treinta años con pelo largo y barba, solo como yo, mirándome y moviendo su vaso de una manera desafiante, le di la mirada-puñete y creo que se dio cuenta, de un momento a otro desapareció. Yo seguía bebiendo observando a todos los malditos hijos de puta del lugar, vi a un grupo de adolescentes que estaban muy emocionados bebiendo sus tragos, había uno con una cara de idiota increíble, cómo le hubiese partido la cara, pero creo que ya no podía levantarme. Más al fondo había una pareja besándose como si fuera la última vez que lo hicieran, evidentemente eso no iba terminar en el bar, en cualquier hotel, menos en el bar. Vi también a dos amigos que, al parecer, no se veían desde hace mucho, los dos gritaban sus experiencias y asentían, uno me recordó mucho a Miguel, pero para qué pensar en ese cabrón, ¿acaso me estoy volviendo maricón?.
Seguía revisando todo y a todos, le daba fuertes tragos a mi botella hasta que de la nada sentí un puñetazo que dejó mi alma en un lado y mi cuerpo en otro, me caí de la silla. Era el cabrón que había venido sólo.
Me había derrumbado al suelo y había puesto sus manos en mi cuello
-¿Qué te pasa malnacido?-le dije
-Viejo de mierda, ¿te parece divertido acosar así a una chica?-gritó
-¿De qué carajos hablas hijo de puta?, por algo es camarera, tiene que estar preparada a todo.
-Resulta que esa camarera es mi novia, viejo de mierda.-gritó
-Felicidades hermano, tiene un culo...
-¿Te parece viejo de mierda?¿Por qué no vas y le tocas el culo en mi cara?, a ver si tan puto eres
-Yo lo haría encantado, lo tiene bien redondo y duro
-No eres más que un viejo aguantado de mierda
-Y tú no eres más que un chibolo cachudo de mierda, te apuesto que a tu noviesita le gustó y bastante
Y me cayeron unos puñetes sucesivos que ni me acuerdo cuántos fueron, el malnacido este estaba muy rojo, enfurecido y golpeaba golpeaba golpeaba, yo también estaba rojo, pero era más por la sangre que caía. El resto es confuso, sólo me acuerdo haberle dicho entre lágrimas "No sigas por favor, mañana se casa mi hija".

Cuando la bisagra se cierra /colejio/

Hoy termine el colegio. O quizá ayer. No lo sé. Recibí un telegrama del director "Terminó su secundaria. Clausura mañana. Felicitaciones". Pero no quiere decir nada. Quizá haya sido ayer.

lunes, 8 de diciembre de 2008

Beso

Veo a los dos gorriones, van creciendo juntos, cada uno en su respectiva cueva. Se gustan, pero no se hablan. Se cantan al oído y se huelen.
Todas las mañanas se despiertan y se escuchan pasar pero no se dicen nada, así es mejor, no quieren que los demás gorriones ni animales con plumas entren en sus cuevas, en sus recintos.
Los gorriones van creciendo y se miran cada vez más de cerca, van esquivando las minas que las personas les dejan en el camino y se lanzan al vacío de vez en cuando sólo para despedirse y para aprender lo que es arrojarse al vacío.
Ahora que ya saben volar, aprenden a seguir el mismo camino, conocen las mismas rutas y de vez en cuando se pierden. Pero juntos.
Un día hace mucho frío, y los gorriones quieren entrar en calor. Deciden pelearse, empieza la batalla. Uno dos tres, van cayendo las plumas, se va creando el calor, los ríos saltan y se pueden sentir estruendos, la gente los ve en el cielo y los intenta detener, pero no se puede. Las cuevas por fin están juntas y comparten la misma boca.
Pero de repente, ya no ves a los gorriones peleando inocentemente, se levantan en el cielo dos fénix, cada uno con los colores vivos que siempre quisieron tener y se alcanzan a ver las llamas que van sobrando y caen sobre los campos marrones y lo van incendiando todo. En el cielo los dos Fénix van quedando exhaustos, en un momento se juntan y se picotean con una brutalidad salvaje, para luego separarse y tomar impulso.
Finalmente los dos terminan rindiéndose, caen a los campos marrones que están ardiendo en llamas, pero ya no son Fénix y los gorriones corren escapando de las llamas de su propio beso.

Observación

En mi casa hay más cuchillos que cucharas.

domingo, 7 de diciembre de 2008

Pregunta Respuesta

Percy : David,¿cuántos años tiene la Tierra?
David : Hasta donde yo sé, tiene 16

sábado, 6 de diciembre de 2008

Fresa Rojo

Bajo al primer piso y me esperan Rita y Felipe con una gran sonrisa sentados ambos en una silla opuesta poniendo sus brazos sobre la mesa como enseñándome lo que está encima de ella. Sobre la mesa había una fresa gigante, del tamaño de mi cabeza, con leche condensada. No sé por qué estábamos en un jardín muy verde con un cielo muy azul celeste. En mi cara se dibujó la sonrisa del niño que ve un perro por primera vez y dice guau guau.
Corrí hacia la mesa, me imaginaba lo delicioso y dulce que iba a estar, la leche condensada cayendo por uno de los lados de la fresa no hacían más que aumentar mi ansias, su color blanco lechoso hacia que camine como un sonámbulo con los brazos extendidos y con la cara de la sonrisa dibujada.
El rojo de la fresa me hacía salivar, me sentía el perro de Ludovico, estaba hipnotizado. La fresa no se podía mover, estaba allí, en su plato de hojalata, con la leche cayéndosele y sin poder hacer nada, tan indefensa la fresa. Me la quiero comer ahora mismo, sigo avanzando pero los pasos no suenan y no se sienten y veo las sonrisas de mi pe mi eme y el sol que ya se puso sus lentes oscuros para recibir el verano de diciembre.
Sigo caminando hacia la fresa, me mira con sus ojos de caricatura, me deja ver sus largas pestañas y sus ojos azules con un brillo bastante japonés, sus pecas, sus pepas.
Es la fresa más roja que he visto pero no sé si esté madura, no espero que lo esté, sólo quiero que esté agridulce, como me gustan y que su sabor combine perfectamente con la leche, la dulce leche blanca de mi sueño de cielo azul celeste.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Como las polillas que se golpean contra la luz

Se puede oler mi sangre, me golpea y yo la veo a los ojos con cara de pena y miramos su mano contra mi barriga hundida, ella con la sangre entre los dientes y yo sin poder respirar. Sus garras se hunden en mi espalda y yo grito aaaaaaahh, grito mucho, y la muerdo y ahora me clava sus garras con más ganas y con más cólera.

La detestamos pero no nos queda otra, nos vamos contra ella uno dos tres y ya estamos volviéndolo a intentar, agitamos nuestras alas y ella nos recibe con sus garras y nos zarandea y nos deja exhaustos tirados en el aire volviéndolo a intentar.

Finalmente, me vuelve a usar, no le parece suficiente y escucha todo lo que digo y se lo devora con un hambre infinita, mis palabras pasan por su esófago, su estómago, su intestino delgado, su intestino grueso y me lo devuelve con más ganas mías que suyas.

¡Una vez más! y ya estamos cansados, rendidos, pero no hay otra, es nuestro destino. Volaremos hasta acá para golpearnos y sacarnos la mierda, pero esa es la única forma. No hay otra forma y si la hubiera no sería tan buena como esta, así vivimos, así morimos, desgarrándonos veinte centímetros cuadrados de piel cada día.

Pero la amo.