martes, 30 de diciembre de 2008

Ayer o quizás hoy

¿Encontraría a la Maga? Tantas veces me lo había preguntado en el día y no había encontrado ninguna respuesta. Busqué debajo de todas las piedras que vi, en todas y cada una de ellas, incluso las que me acompañaban (la magia puede estar en cualquier lado) y no lograba dar con ella.

El sol ya calentaba y yo tenía mucho frío y ante mis ojos la danza del azul, rojo y verde que no me dejaba en paz porque no me dejaba ver el mar que quería ver, el mar de la Maga.

Me sentía en el tiempo-espacio indicado, olía a día mágico, pero no se veían las estrellitas que la rodean.

Por un lado escuché aplausos y vi cabezas con mucho pelo por cortar, me sentía muy solo en mi baldosa con mi libro azul en la mano y con los árboles mirándome y riéndose de vez en cuando.

Hasta que, de pronto, mi mirada encontró una respuesta, era la Maga, sin duda , era la Maga, tenía que seguirla, me había hecho una invitación, la seguí mientras miraba su pelo cayendo sobre su baja espalda morada y sus piernas marrones, oh la Maga, por fin, pero, pero, pero... ¿Dónde estaban las estrellas?, esa no era la Maga, ¿Dónde está el viento mágico?, no es, no es la maga. Oh dios mío no reconocí a la maga, pero esperen, ¡está ahí! oh, genial, Maga, Maga, pero, pero, no puede ser, no eres tú otra vez, estoy perdiendo mi talento, ¿y ahora qué?, ya es tarde y la Maga hoy no va a venir y sigo caminando y cada vez el nido está más vacío y las raíces de los árboles están más dispersas, la Maga no va a venir hoy.
Me subo al micro rendido y veo por la ventana, todavía puede aparecer, en cualquier momento aparecerá, convertida en otra mujer quizás, pero aparecerá.
Y así, seguí mirando por la ventana, todas me hacían recordar a la Maga, todas tenían algo de ella, o algo que yo esperaba tuviesen, porque la maga es lo que yo espero.

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