jueves, 11 de diciembre de 2008

Un día antes

Mañana se casa mi hija. En la iglesia donde también yo me casé, no entiendo hasta ahora por qué piensa que eso podría emocionarme, ni siquiera mi boda logró emocionarme, por qué habría de emocionarme la boda de otras dos personas que no son yo.
Me pregunto cuántas veces se la habrá tirado ese cabrón. Empiezo a verlo con buenos ojos, pero ese sentimiento no puede irse, desde la primera vez hasta hoy.

Mañana seguro habrá mucho trago y música, pero yo no tengo ganas de celebrar, si no fuese porque soy el padre y tengo que llevarla y entregársela a ese hijo de puta, no iría. Su madre también irá.
Siempre quise un hijo para poder hablarle de las cosas que a mí me gustaba hablar, pero qué podía hacer yo con una mujer. Me acostumbré a llegar tarde, nunca quise jugar con las muñecas ni recibir esas mariconadas que me dibujaba que me hacían sentir tan poco hombre, nunca quise ser una niñera y se lo dije bien a su madre, creo que nunca me llegó a comprender, pero bueno, en fin, ya está muerta.

Ayer Rocío me dijo que vaya a comprarme un terno para la boda, tenía que estar hecho un dandy. Y bueno, fui a la tienda de ropa para hombres y no encontré nada que me gustara así que decidí ir a tomarme unos tragos, en el camino seguro encontraría a alguien.

Salí rápido de la tienda de ropa para hombres, asqueado de tanto color maricón y subí a mi F-1, que ya apesta a óxido y a lo que me imagino que apestan todos los F-1, lo encendí y nos fuimos a buscar un poco de vodka y cigarros para el camino. Estaba ya a unas dos cuadras de la licorería de Javier cuando de pronto un perro cabrón se me cruzó en el camino y prssshhhhh lo destripé.

Cuando pasaba vi como un niño se le acercaba llorando, lo único que atiné a hacer fue sacar mi cabeza por la ventana (algo que me costó mucho, porque este F-1 es realmente una mierda) y gritarle "Si le hubieras enseñado a cruzar la calle, ese hijo de puta no estaría mostrándote las tripas". El niño seguía llorando y creo que no me escuchó, no me importaba.

Llegué a la tienda de Javier y le pedí el vodka y los cigarros, le dije que me lo cargase a mi cuenta, eso fue todo en la licorería. Salí y decidí ir por un poco de diversión, así que esta vez quería a una buena Jahairita en mis piernas pero, hermanos míos, ya no soy un muchacho de veinte años que se divierte así, por lo que decidí ir a beber el vodka con mi viejo amigo Miguel, al cual no veía desde ya hace varios años.

Miguel vivía a unas cuadras de la licorería de Javier, por lo que el camino fue rápido y ningún otro perrito del demonio me lo arruinó, llegué y toqué la puerta, le di un trago a mi botella y me contestó una vieja con voz de licuadora, le pregunté si estaba Miguel y me dijo que Miguel había muerto hace unos cuatro días por un paro cardiaco. Me di cuenta que hacía mucho tiempo que no lo veía, bueno, en fin, a la mierda, estar muerto debe ser mejor que ir a chupar conmigo.

Decidí ir a terminar mi vodka a una taberna, la más cercana que conocía estaba a diez minutos de ahí y, bueno, no podía esperar más, en el camino le di como dos o tres tragos a esa mierda, no quería que se me acabase. Llegué al bar y le pedí a la camarera una cerveza, no quería llegar como un puto y tomar mi bebida, la camarera me miró raro y se fue a cumplir la orden, cuando se volteó vi que tenía un bonito culo y se lo toqué para darle un poco más de confianza y que no me vea tan raro. Creo que no me entendió porque retrocedió y me metió una cachetada de los mil demonios que me dejó la cara toda roja.
En el fondo oí a un muchacho muy valiente que me gritó "Viejo asqueroso", yo no lo hice caso pero le di una mirada-puñete, de esas que asustan bastante.
La camarera volvió con mi cerveza y bueno, la guardé, no me interesaba, y lo demás es historia, empecé a beber como un condenado, no importaba por qué simplemente lo hacía para sentirme bien y para ver si pasaba algo con la camarera, me había dejado un poco movido. Seguí tomando.
Veía a todos los cabrones que habían decidido tomarse un trago a esa hora como yo, me daba asco verlos riéndose, y gritando sintiéndose dueños del lugar, eruptando buuurp con sus grandes dientes y narices rojas, y sentirme parte de todo eso me daba más asco, pero qué podía hacer, seguía dándole grandes sorbos a mi botella y no sentía su peso que cada vez se iba haciendo más liviano.
Cada vez la falda de la camarera se iba haciendo más pequeña y mi pantalón más estrecho, sentía que iba a estallar, pero al fondo, al fondo un cabrón, un hijo de puta de unos treinta años con pelo largo y barba, solo como yo, mirándome y moviendo su vaso de una manera desafiante, le di la mirada-puñete y creo que se dio cuenta, de un momento a otro desapareció. Yo seguía bebiendo observando a todos los malditos hijos de puta del lugar, vi a un grupo de adolescentes que estaban muy emocionados bebiendo sus tragos, había uno con una cara de idiota increíble, cómo le hubiese partido la cara, pero creo que ya no podía levantarme. Más al fondo había una pareja besándose como si fuera la última vez que lo hicieran, evidentemente eso no iba terminar en el bar, en cualquier hotel, menos en el bar. Vi también a dos amigos que, al parecer, no se veían desde hace mucho, los dos gritaban sus experiencias y asentían, uno me recordó mucho a Miguel, pero para qué pensar en ese cabrón, ¿acaso me estoy volviendo maricón?.
Seguía revisando todo y a todos, le daba fuertes tragos a mi botella hasta que de la nada sentí un puñetazo que dejó mi alma en un lado y mi cuerpo en otro, me caí de la silla. Era el cabrón que había venido sólo.
Me había derrumbado al suelo y había puesto sus manos en mi cuello
-¿Qué te pasa malnacido?-le dije
-Viejo de mierda, ¿te parece divertido acosar así a una chica?-gritó
-¿De qué carajos hablas hijo de puta?, por algo es camarera, tiene que estar preparada a todo.
-Resulta que esa camarera es mi novia, viejo de mierda.-gritó
-Felicidades hermano, tiene un culo...
-¿Te parece viejo de mierda?¿Por qué no vas y le tocas el culo en mi cara?, a ver si tan puto eres
-Yo lo haría encantado, lo tiene bien redondo y duro
-No eres más que un viejo aguantado de mierda
-Y tú no eres más que un chibolo cachudo de mierda, te apuesto que a tu noviesita le gustó y bastante
Y me cayeron unos puñetes sucesivos que ni me acuerdo cuántos fueron, el malnacido este estaba muy rojo, enfurecido y golpeaba golpeaba golpeaba, yo también estaba rojo, pero era más por la sangre que caía. El resto es confuso, sólo me acuerdo haberle dicho entre lágrimas "No sigas por favor, mañana se casa mi hija".

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