lunes, 8 de diciembre de 2008

Beso

Veo a los dos gorriones, van creciendo juntos, cada uno en su respectiva cueva. Se gustan, pero no se hablan. Se cantan al oído y se huelen.
Todas las mañanas se despiertan y se escuchan pasar pero no se dicen nada, así es mejor, no quieren que los demás gorriones ni animales con plumas entren en sus cuevas, en sus recintos.
Los gorriones van creciendo y se miran cada vez más de cerca, van esquivando las minas que las personas les dejan en el camino y se lanzan al vacío de vez en cuando sólo para despedirse y para aprender lo que es arrojarse al vacío.
Ahora que ya saben volar, aprenden a seguir el mismo camino, conocen las mismas rutas y de vez en cuando se pierden. Pero juntos.
Un día hace mucho frío, y los gorriones quieren entrar en calor. Deciden pelearse, empieza la batalla. Uno dos tres, van cayendo las plumas, se va creando el calor, los ríos saltan y se pueden sentir estruendos, la gente los ve en el cielo y los intenta detener, pero no se puede. Las cuevas por fin están juntas y comparten la misma boca.
Pero de repente, ya no ves a los gorriones peleando inocentemente, se levantan en el cielo dos fénix, cada uno con los colores vivos que siempre quisieron tener y se alcanzan a ver las llamas que van sobrando y caen sobre los campos marrones y lo van incendiando todo. En el cielo los dos Fénix van quedando exhaustos, en un momento se juntan y se picotean con una brutalidad salvaje, para luego separarse y tomar impulso.
Finalmente los dos terminan rindiéndose, caen a los campos marrones que están ardiendo en llamas, pero ya no son Fénix y los gorriones corren escapando de las llamas de su propio beso.

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